Reflexión

¿Por qué se habla tanto del pecho de Sydney Sweeney?

'¿Son los pechos de Sydney Sweeney, que lleva una copa E, una señal de la muerte del woke?' El diario derechista canadiense The National Post publicó este trastornado titular tras la primera intervención de la actriz en el programa Saturday Night Live
¿Por qu se habla tanto de los pechos de Sydney Sweeney
Variety/Getty Images

Las tetas son las zonas erógenas más gozosas, ¿no? Sacos de grasa, glándulas y conductos que forman algo mucho más grande que la suma de sus partes. Alimentan a bebés, quedan genial en óleo sobre lienzo y a mí hasta me reconforta ahuecar las mías cuando me siento algo estresada. Son un juego de herramientas perfectamente diseñado. Por eso me duele que, en las últimas semanas, nuestros queridos pechos se hayan convertido en el epicentro de la que posiblemente sea la guerra cultural más estúpida de nuestros tiempos.

"¿Son los pechos de Sydney Sweeney, que lleva una copa E, una señal de la muerte del woke?" Ese es el trastornado interrogante que planteaba el diario canadiense de derechas The National Post hace unas semanas, tras la primera incursión de la actriz en Saturday Night Live. Cualquiera diría que esta joven de 26 años había anunciado en directo una colaboración con la marca de lencería GB News X The Grim Reaper, pero no: simplemente llevaba escote y había soltado unos cuantos chistes sobre la cadena de restaurantes Hooters.

No fue este el único periódico en publicar lo que solo puedo describir como la versión no onomatopéyica del “UNGA UNGA”. The Spectator aclamó la aparición de la estrella de Anyone But You en el programa como el regreso de "la rubia risueña con unas tetas increíbles... Una criatura tan vilipendiada que está en peligro de extinción", como si Pamela Anderson y Carmen Electra se hubieran refugiado un búnker de esas malvadas feministas que no paran de hablar de la mirada masculina y de sentirse bien en el propio cuerpo.

"Los hombres fogosos se han acostumbrado a ir con pies de plomo", insistía el irrisorio artículo. Pero ahora, con la saltarina, sonriente y tetuda Sweeney, ¡esa era ha terminado! Se han librado de la tiránica norma de que las mujeres les pidan educadamente que no les miren los pechos a menos que se les invite. Pueden admitir que solo les gustan las chicas rubias, con medidas de modelo glamurosa y, en el mejor de los casos, con el carné joven (cuyos beneficiarios tienen entre 16 y 25 años). Vuelven los buenos tiempos de las revistas con tía buena en portada, las modelos tetudas saltando sobre camas elásticas en prime time y las conejitas de Playboy que no hablan de la conducta execrable de Hugh Hefner.

Llamemos a todo esto por su nombre: bizarro hasta lo indecible. Y no es la primera vez que el escote de Sweeney hace que ese grupúsculo de tíos de mediana edad y sus aliados se comporten como si nunca hubieran visto una teta. En YouTube hay vídeos que recopilan sus escenas en topless en el papel de la adolescente Carrie en Euphoria. En las entrevistas no dejan de preguntarle sobre su pecho. Y, sí, gran parte de ello se debe a que es famosa y sexy, algo que suele gustar a la gente (recordemos la reacción general a la sesión de fotos de Jeremy Allen White para Calvin Klein), pero sexualizar constantemente a Sweeney es síntoma de algo más amplio. La sociedad está muy rara con las tetas.

Tomemos el perfil que el crítico cultural Thomas Chatterton Williams, de la cabecera Marie Claire, hizo en 2018 donde describió a la modelo y escritora como "acreedora de los pechos más perfectos de su generación" (hasta mis hijas desmienten esa afirmación), totalmente descolocado ante el hecho de que pudiera tener tetas y además ser fan del novelista chileno Roberto Bolaño. "El mero hecho de que conociera su nombre me pareció increíble", escribió, traspuesto. Durante el apogeo de Mad Men, a Christina Hendricks le preguntaron tantas veces si sus tetas eran naturales o no que al final se vio obligada a contestar: "Es tan evidente que son reales que cualquiera que haya visto o tocado un pecho lo sabría", declaró al Mail. Hasta hay una entrevista de alfombra roja de 2006 en la que el diseñador Isaac Mizrahi está tan prendado del escote de Scarlett Johansson, con su vestido de Valentino de cuello redondo, que le pregunta si lleva sujetador y luego le agarrarle el pecho izquierdo y espeta: “Solo estoy tomando notas”. Sin comentarios. Pasa incluso ahora, cuando la era del naked dress ha llenado las alfombras rojas y las pasarelas de pechos pequeños y turgentes bajo tops transparentes, si por casualidad se ven más de cinco centímetros de una copa D. Es como si estuviéramos en una película de la saga Scream, con la sensación de que en cualquier momento alguien va a ponerse a hacer el mandril.

¿Por qué las tetas, especialmente las grandes, hacen que tantas mentes colapsen de forma tan desquiciada? Seguro de que hay quien dice que es algo biológico. No me cabe duda de que hay por ahí hilos de Reddit, en absoluto pseudocientíficos, sobre cómo los pechos grandes señalan la fertilidad y cómo todo ello viene de los cavernícolas: a los hombres les encantan las tetas, no pueden evitarlo, ¡es que tienen pene! El libro La química entre nosotros: amor, sexo y la ciencia de la atracción afirma que cuando alguien que fue amamantado en su infancia llega a la edad adulta libera oxitocina (la hormona de la felicidad) cada vez que toca y ve un pecho. Una revelación deliciosamente freudiana que explica por qué son tan hipnotizantes. El propio Freud comparó la saciedad y la felicidad que siente un bebé al tomar leche materna con la satisfacción sexual. En fin, Freud es Freud.

Quizá la razón por la que las tetas pequeñas al aire se perciben como algo "cool, subversivo, moderno" mientras que las grandes hacen que algunos espectadores entren en modo gutural son las décadas de cultura pop durante las que los pechos grandes se han utilizado como símbolo de disponibilidad sexual. Además, mientras que durante mucho tiempo hemos aceptado que una vagina es algo que solo se puede contemplar en la comodidad del hogar, la oportunidad de regalarse la vista con un buen par de tetas se ha presentado a menudo como un caprichito inofensivo para romper con la monotonía de la vida. Como dice una amiga generosamente dotada: "Mis tetas están tan a la vista, tan expuestas, que los hombres suponen que están ahí para su disfrute, cuando lo cierto es que no me caben en una camiseta normal".

¿Y ahora qué? Tal vez The Spectator tenga razón y volvamos todos a la actitud de los años 90 y 2000: la próxima vez que me veáis habré vuelto a los dos sujetadores con relleno para crear el efecto "montañas gigantes" que buscaba en aquella época. Pero creo que es poco probable. ¿Por qué? Para empezar, parece que a Sweeney no le ha hecho mucha gracia que la hayan elegido como pin up y la cosifiquen sin su consentimiento. ¡Increíble! "La gente se siente con derecho a hablar de mí cómo quiera. Creen que he renunciado a mi vida, que ya no soy humana", dijo en una entrevista tras la publicación de esos artículos. Después se cortó el pelo y se lo tiñó de castaño. En algún lugar del mundo, Jared Moskowitz está gimoteando.