Teatro

La Sociedad Cervantina estrena teatro en Madrid de la mano de Celia Freijeiro, María Folguera y Leticia Dolera

‘Marcela (Una canción de Cervantes)’ es el monólogo con el que arranca la andadura de este nuevo y ansiado espacio escénico de la capital. Hablamos con las tres responsables de sacarlo adelante
María Folguera Celia Freijeiro y Leticia Dolera estrenan teatro de la Sociedad Cervantina
Concha de la Rosa

La calle Atocha, en Madrid, es la vía por la que más peatones pasan a diario, pero probablemente pocos reparen en la Sociedad Cervantina que se encuentra en el número 87. En aquel lugar estaba la imprenta del Quijote entre los siglos XVI y XVII, pero lejos de ser un enclave apolillado, allí se encuentra un centro de creación artística en el que diferentes figuras de la cultura se esfuerzan por sacar adelante distintas iniciativas que acerquen la obra de Cervantes a todo aquel que se pueda interesar. Una de ellas es Celia Freijeiro, actriz a la que recientemente se ha visto en la serie Reina Roja, quien lleva vinculada a la institución desde hace más de quince años. “Empecé produciendo teatro con mucha inconsciencia y ahí conocí a Paloma Pedrero, a Marta Larralde y a Luis Maria Ansón [presidente de la institución], que vino a ver una función a una sala pequeñísima, El Montacargas, que despareció, pero que ahora ha vuelto”, explica Freijeiro a través de videollamada a Vogue España. “Cuando me abrieron las puertas de ese sitio, que tiene un peso específico y al entrar ves que es un lugar particular, si eres una persona sensible, sabes que ahí pasa algo. Es un sitio con personalidad. En 2008, entré con mucha ingenuidad y con mucha ilusión porque me brindaban un espacio y me ofrecían espacio y voz para poder hacer teatro”. La actriz ha luchado durante años por conseguir que la Sociedad Cervantina cuente con su propio escenario, algo que se materializará el 26 de abril cuando se inaugure el nuevo teatro en el edificio. Arrancará su programación Marcela (Una canción de Cervantes), un pasaje de El Quijote que interpreta la actriz con dramaturgia de María Folguera y dirección de Leticia Dolera.

“Celia lleva años convocando a creadoras y creadores que a ella, como líder de la producción, le interesan. Es casi una especie de dinámica de la Sociedad Cervantina”, explica María Folguera sobre su encuentro con Leticia Dolera en esta producción. “Es la primera vez que trabajamos juntas, no nos conocíamos, y creo que ha supuesto unir dos mundos muy distintos”, continúa. “Yo soy más teatrera, devota de Cervantes, del Siglo de Oro y del patrimonio teatral en general. Y Leticia tiene algo muy interesante, que es la accesibilidad, el deseo de conectar con una audiencia muy universal que no tiene por qué conocer puntualmente el Quijote o las novelas de caballerías o las pastoriles. Me ha llevado a un ejercicio muy interesante de conexión y de claridad”, apunta.

Marcela está basada en el capítulo XIV de El Quijote. Es Folguera la que contextualiza ese texto y lo acompaña. La historia versa así: Grisóstomo aparece muerto y todas las sospechas recaen sobre Marcela, una mujer hermosa al tiempo que orgullosa. Es el año 1605 y Marcela se saltará las normas para hablar en su propia defensa. Para Leticia Dolera, el personaje es un caramelo y el motivo por el que se ha lanzado a dirigir el primer montaje teatral de su carrera: “A mí me impactó muchísimo que en mi imaginario existieran Sancho Panza, Quijote, Dulcinea y no esta bestia parda”; explica sobre este descubrimiento. “Cervantes hace 400 años escribió un personaje de una mujer que se enfrenta a un grupo de hombres que la quieren apedrear simplemente por haber dicho no a un señor”, continúa. “Me interpeló muchísimo y había una fuerza que me arrastraba por dentro. Si a mí se me invitaba a formar parte de esto no podía no hacerlo”, añade quien se encuentra inmersa en la preparación de una nueva serie, Pubertat. “Era una experiencia preciosa poner en pie estas palabras escritas hace 400 años que hablan a las mujeres de hoy. También dirigir a Celia, que es una de mis actrices favoritas y es un lujazo porque, como diría Cervantes, una yegua, que puede ser fina y delicada y técnica y precisa, y a la vez un animal salvaje”, añade.

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Celia Freijeiro había trabajado con María Folguera con antelación; también con Leticia Dolera –es una de las protagonistas de Vida Perfecta– . Sobre el escenario se encontraron las tres. “A mí me gustaría ser como Bergman y crear mi propia familia cinematográfica, que también puede ser ahora teatral”, comparte la realizadora. “Entendí por qué quería [Celia] que lo hiciera y eso, en cierto modo, me dio permiso de decir: Vale, tú sabes que yo lo pasaré por mi filtro, no vengo de donde venís vosotras, no tengo todo ese bagaje y tal”, continúa. “Eso también era un valor, precisamente no conocer el Quijote como lo puede conocer María era un valor, porque hay cosas que ella y Celia dan por sentadas, que el público va a entender. Es la oportunidad de que yo pueda hacer de bisagra para acercar el texto al gran público”, añade.

“Cuando invité a María –llevábamos ya mucho tiempo colaborando juntas en esta investigación, primero con las Novelas Ejemplares, con los personajes femeninos de Cervantes– nos encontramos con una materia prima riquísima que te permite jugar, posar la mirada en distintas cosas que según el momento en el que estés te interpelen con generosidad”, comparte Freijeiro. “Yo creía que a Leticia este monólogo le iba a sonar, llamar, tocar y sorprender”, apostilla. Que nadie espere de esta Marcela, eso sí, una renovación del texto (sí de la escenografía, claro). “Cervantes no necesita modernización. Aunque un poco grandilocuente, él es uno de los inventores de la modernidad, de lo que ahora entendemos, sobre todo en escritura y en literatura”, explica Folguera. “Permite el juego intertextual en el que está el tuétano del texto original, el soliloquio de Marcela íntegro. Alrededor se ha construido el cuerpo, que es la obra. Tiene esas capas sucesivas en las que hay relación con el público, la voz de Quijote, la de los pastores que quieren juzgar a Marcela, la del público y la de la propia Marcela. Es una sucesión de invitados a la palestra y eso lo hace plenamente moderno, es algo que estamos discutiendo ahora en este año”, apuntala.

“Joder, qué visionario y qué valiente y qué visión de progreso en ese momento”, expresa Dolera. “Entiendo que Marcela es un homenaje a sus hermanas –una era tachada de puta y la otra se fue a un convento para que la dejaran tranquila–. Era algo que tenían que hacer, se habían obligado muchas para no casarse con un señor, tener el contrato sexual del matrimonio, no poderse divorciar, tener hijos y obligarse a tener sexo, apetezca o no”, cuenta la directora. “Se tenían que ir al convento y ahí encontraban la libertad. Una libertad que no es real, porque para ser libre te tenías que encerrar entre cuatro paredes. Era una libertad con condiciones. La libre elección, ahí, se pone muy en cuestión”.