Natalie Portman en Cisne Negro. Posiblemente el más potente icono estético que el cine nos ha dado en las últimas décadas. No solo recibió un Oscar y conoció a su marido, el bailarín y coreógrafo Benjamin Millepied, con quien ya ha tenido dos hijos, sino que grabó en nuestra retina un personaje imborrable y recuperó la estética del ballet para el imaginario colectivo como sinónimo de elegancia, gracilidad y feminidad.
Rodarte firmaba el vestuario de la película y mujeres de todo el mundo intentaba parecerse, en sus movimientos y en su maquillaje, a Nina Sayers, su personaje, pero para la mayoría su look era demasiado extremo. Por suerte, en la fiesta L.A. Dance Project Annual Gala celebrada anoche en California, la propia Portman recuperaba el estilo de bailarina, pero adaptado a todos los gustos.
Con un tono de rubio más oscuro del habitual, la actriz acompañaba a su marido en la gran noche de la compañía de danza que ha fundado en Los Ángeles. Y lo hacía con un moño bajo que despejaba sus bellas facciones, algo a lo que también ayudaba la raya al lado y el pelo pegado y recogido detrás de la oreja.
El maquillaje también tiene ciertos ecos de Cisne Negro: aunque todas recordamos aquel eyeliner tan trabajado y extremo, pocas se atrevieron a imitarlo. Anoche Natalie Portman llevaba una versión más "democrática": con eyeliner en ambas líneas de las pestañas, smokey eyes en negro que alargaban el párpado superior, todo en negro y gris oscuro. Para equilibrar, el color de los labios y blush pasan casi desapercibidos y se parecen al máximo a su tono natural.
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