La boda en Florencia de Carolina y Eugenio: un amor a la italiana y dos vestidos de ensueño
Ella, alicantina; él, florentino; ambos, matemáticos. Para celebrar su enlace, reunieron a sus seres queridos en una villa italiana en lo que fue una ecuación perfecta de tradición y modernidad
La boda en Florencia de Carolina y Eugenio
“Nuestra historia de amor está irremediablemente ligada a las matemáticas”, así empiezan su relato Carolina y Eugenio. Actualmente, ambos trabajan como profesores universitarios en Florencia, la tierra de él. Ella, alicantina, viajó en 2013 a Manchester. Allí se conocieron. Ambos doctorandos volcados en sus carreras, no esperaban encontrar al amor de su vida en la tierra de The Smiths o Joy Division. Se conocieron a la hora del desayuno, antes de la conferencia que les había llevado hasta allí. “En los años que siguieron nos encontramos en diversos lugares del mundo siempre por cuestiones matemáticas”, conceden.
Fue poco antes de la pandemia cuando surgió ese algo. “De hecho, aquella situación funcionó como catalizadora”, reflexiona Carolina, que sigue: “En marzo de 2020, me desplacé a Florencia para terminar un artículo de investigación en el que trabajaba con Eugenio. Mi vuelo de vuelta a Madrid fue cancelado, y lo que iba a ser una visita de una semana se transformó en cinco meses de convivencia. En ese tiempo, a pesar de la horrible situación mundial, vivimos realmente felices. Era todo tan fácil entre nosotros… Me sentía en casa a pesar de estar en otro país”.
De Italia a Reino Unido. Fue en Cambridge donde la pareja dio un paso adelante. En este caso, por iniciativa de él. “Compré el anillo de compromiso meses antes con la idea de pedirle que se casara conmigo en su cumpleaños. Cuando pasé el control en el aeropuerto me hicieron abrir la maleta porque veían metal y piedras. Tuve que enseñar el anillo y explicar mis intenciones al personal, que pasaron de ponerme mala cara a desearme suerte y darme la enhorabuena”, asegura Eugenio, que en el pasado había vivido en la ciudad inglesa por trabajo.
Aunque no tenían claro si casarse en la Toscana o en la zona de Alicante, unas fotografías de los frescos de la galería de la florentina Villa Corsini les sacó de dudas. Así, empezaron a idear su gran día, con sus cien personas favoritas y un equilibrio perfecto entre tradición –el espacio suma cuatro siglos de historia– y modernidad –entre los invitados, amigos de ella, estaba parte del who is who de la escena creativa nacional–. La sensatez y el buen gusto hicieron el resto. Con el poderío natural del enclave, no hacía falta mucho más en términos de decoración y atracciones.
Con una selección musical marcada por el sentido y la sensibilidad, unas elecciones estilísticas que susurran if you know, you know –Vivienne Westwood y Simone Rocha fueron las apuestas de Carolina– y una clara vocación por crear una atmósfera festiva inolvidable, esta boda en Florencia no fue de película. Fue mucho mejor.
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