La boda en La Rioja de Sofía y Pablo: un look de novia con nido de abeja y redecilla y un menú Michelin entre viñedos
La pareja apostó por una ceremonia religiosa en Haro y un convite en la única bodega de Burgos con denominación de origen calificada Rioja
La boda en La Rioja de Sofía y Pablo: los planes de la vida
Hay hechos en la vida que obligan a reflexionar sobre el destino de cada uno. ¿Está escrito nuestro futuro? La pregunta podrían habérsela hecho Sofía y Pablo, una pareja que celebró su boda en la Rioja, en la iglesia en la que ambos, sin conocerse, acudían a misa de pequeños de la mano de sus abuelos. “Nos casamos en la Parroquia de Santo Tomás, en Haro. Hablamos de que, igual, hasta habíamos coincidido sin saberlo”, señala Sofía. Porque años, bastante tiempo, después de esos domingos familiares de su infancia, se encontraron en Madrid y nació el amor. “Nos conocemos a través de su hermana Marta, que también es íntima amiga mía. Se había mudado a Madrid después de seis años en Londres y empezamos a coincidir en muchos planes. Acabamos llevándonos fenomenal y a los pocos meses me invitó a cenar”, recuerda ella. Cuatro años de relación más tarde, Pablo le pidió matrimonio en la casa de la familia de Sofía en la tierra del vino. “A las 9 de la mañana, un sábado antes de visitar una bodega y pudimos aprovechar el fin de semana entero para celebrarlo”.
Gastronomía para paladares selectos
Los novios quisieron celebrar su enlace en un enclave entre viñedos con personalidad y optaron por la belleza de Hacienda El Ternero. “Un día después de pedirme matrimonio en el puente romano, enfrente del priorato que tienen mis padres en Cihuri, fuimos a visitar este espacio, una bodega a medio kilómetro de allí. Es la única bodega de Burgos con DOCa Rioja”, explica Sofía. Se enamoraron de sus vistas y de su puesta de sol, que también les acompañaron el día de su enlace. De esta forma, la pareja y sus invitados festejaron el ‘sí, quiero’ entre dos comunidades autónomas: La Rioja y Castilla y León.
Poco tiempo más tarde, para organizar su gran día se pusieron en manos de la wedding planner Rossi Landazuri. “Su equipo supo entender enseguida el rollo que queríamos, una boda rural, entre viñedos. Hasta nos consiguió un tractor para la entrada al cocktail. Rossi ha estado siempre super pendiente de cada detalle, contactó con los mejores proveedores, ha aguantado nuestros nervios y ha terminado por convertirse en una amiga”, apunta la novia. Junto al equipo de organización, Sofía y Pablo se decantaron por un catering de altura: Echaurren del chef con estrella Michelin Francis Paniego. “Fue espectacular, prácticamente todos los invitados repitieron las albóndigas con parmentier de patata que elegimos como plato principal para el banquete”, matizan.
Una decoración nupcial inspirada en el concepto de casa
Rossi Landazuri planteó a los prometidos que la decoración y temática de su enlace fuera en torno al concepto de casa y lo tradicional, por lo que pusieron manos a la obra para dar forma a su decoración campestre. Empezaron por colocar palés para crear un ambiente de chill out en el aperitivo y un seating plan diseñado con macetas de barro (que medía cinco metros). Para el comedor escogieron: “candelabros de madera, hierro antiguo, mezcla de flores con verduras poco habituales en una mesa de boda (como pimientos, guindillas, tomates ) y el broche final lo ponían una servilleta vichy verde, una copa de agua ámbar y platos de pan vintage distintos para cada invitado”. En lo relativo a las flores, quisieron optar por variedades poco habituales, más allá de las hortensias, los claveles, las calas o la esparraguera, se decantaron por amaranthus, anigozanthus, flor de hinojo, escaramuza, carthamus y crisantemos.
Sofía llevó un vestido de novia desmontable con el escote tendencia
Por su parte, Sofía, en sintonía con el romanticismo que abunda en la moda nupcial, encontró en Navascués la seguridad para confiarles su vestido de novia desmontable, en el que no faltaron tendencias como el escote Bardot y el corte a la cadera, que seguiremos viendo en 2024. “Quería un vestido texturizado, con un cuerpo de nido de abeja de talle bajo y con plisados. Navascués es un referente en Madrid, tienen un equipo que cose de maravilla. Todo fue fluyendo rápidamente según avanzaban las pruebas con Emilio”, reconoce. Para completar el look nupcial, que transformó al retirar la capa en la celebración, hizo un homenaje a su madre, con una redecilla a modo de velo, (como ya hizo su progenitora en su gran día) que sujetó gracias a un moño de bailarina.
Como accesorios, eligió unas alpargatas de Castañer, para estar más cómoda y un ramo de Espacios Verdes Logroño, que ellos crearon a partir de algunas imágenes de inspiración y al que Sofía dio el visto bueno el día anterior a la boda. “Llevaba lisinias, lisanthus, amarantus con caída y esparraguera en tonos salmón y granates”, matiza. La guinda más destacada de su look fueron las joyas: unos originales pendientes de diamantes negros (que Pablo le regaló por su pedida); un broche de brillantes que era un camafeo antiguo de su abuela (con una foto de su abuelo detrás) y una pulsera que su otro abuelo regaló a su abuela por su pedida. “Ella suele decir que es el último regalo ‘de su novio’, ya que luego fue su marido. Fue mi manera de tenerla cerca, puesto que al final no pudo asistir a la boda”, revela nuestra protagonista emocionada. Porque, como defienden numerosos ateliers nupciales, los looks de novia más especiales siempre están diseñados a base de grandes recuerdos de las propias novias. El de Sofía, sin duda, los tuvo.
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