La boda en Portugal de Jacqui y Rodrigo: un vestido de novia con cintura a la vasca y una decoración con esculturas florales
Para su enlace internacional celebrado en Óbidos, esta australiana confió en un diseño de escote 'halter' de Castellar Granados
Una boda en Portugal con numerosas nacionalidades implicadas
“Me encantó el proceso de diseño y elección de todos los elementos de la decoración, puse mucho amor en ello. Verlo cobrar vida el día de la boda fue muy gratificante”. Es la confesión de la australiana residente en Lisboa Jacqui Scalamera sobre su preciosa boda en Portugal en la que dio el ‘sí, quiero’ a Rodrigo Gonçalves. Ambos, protagonistas de una historia de amor sin fronteras, son dos trotamundos, que han vivido en diferentes países y que se casaron en un enlace de verano celebrado el pasado 22 de julio de 2023. “Nos conocimos cuando ambos vivíamos en Londres. Rodrigo acababa de mudarse de los Países Bajos y llevaba solo una semana en la capital británica. Conectamos inmediatamente y después de nuestra primera cita, rápidamente nos convertimos en pareja. Hemos estado juntos durante seis años y vivimos juntos en Londres antes de mudarnos a Portugal en 2022”, explica Jacqui.
Una pedida de mano muy romántica
El gran paso llegó en Brasil, cuando en una visita vacacional al Cristo Redentor de Rio de Janeiro, al atardecer, comenzó su cuenta atrás: “fue allí donde él me lo propuso, con las mejores vistas y la luz más hermosa, con vistas a Río. Fue completamente inesperado y la sorpresa más maravillosa. Después de la proposición, tuvimos una cena romántica en Ipanema para celebrarlo. Esa semana me dijo que iba a correr por la mañana a la playa, pero de hecho, había aprovechado para comprar un anillo en los mercados de Ipanema, mientras que el oficial ya se estaba haciendo”.
Y la elegida para darse el ‘si, quiero’ fue la Igreja da Santa Maria, en Óbidos, reconocida por sus azulejos, que enamoraron a la pareja, al igual que todo la villa medieval, por su romanticismo. Para la celebración se decantaron por Casa das Gaeiras, en el mismo pueblo portugués. “Elegimos la zona continental de Portugal para dar facilidades a nuestros amigos y familiares que viajaban desde lejos. Nos enamoramos del lugar en cuanto lo visitamos y lo reservamos la misma semana. Las palmas nos hicieron recordar el precioso Jardín Botánico de Río”, apuntan.
Un enlace sin tendencias, pero con mucho estilo
Para organizar su gran día, la pareja no contó con wedding planner, porque tenían muy claro aquello que buscaban y exprimieron al máximo esos preparativos y la toma de decisiones creativas. Eso sí, para despreocuparse, apostaron por una coordinadora para el día del enlace, White Dots Weddings, que manejara el plan y la logística, y acertaron. Tampoco dejaron al azar los detalles y la decoración de su boda, aunque no escogieron una temática nupcial como tal. “Elegimos cosas que amábamos, evitando las tendencias para que el resultado fuera atemporal y reflejara nuestro estilo. Algunos elementos clave eran importantes para nosotros: un espacio con jardín al aire libre y una atmósfera relajada y no demasiado estructurada. Queríamos que nuestros invitados disfrutaran sin demasiadas formalidades, permitiendo momentos espontáneos a lo largo del día”, reconoce Jacqui.
Y sí, sus invitados disfrutaron y mucho. Convidados llegados de Australia, Nueva Zelanda, Portugal, Londres, París, Berlín, Madrid, Noruega, Dubái que se dieron cita para celebrar su amor. Un recuerdo que estos recién casados conservan con mucha ilusión. “Fue verdaderamente único contar con todos nuestros seres queridos en el mismo lugar”, recuerda.
Una decoración con el jardín como protagonista
Con la gama cromática del verano como telón de fondo, los novios confiaron en una romántica paleta de colores: burdeos, amarillos, morados suaves, rosas y naranjas se daban la mano en sintonía con el jardín, el lugar donde discurrió todo. “Creamos tres espacios diferentes para la celebración. El jardín de la piscina contaba con barras y mesas bajas para el cóctel. Luego, la cena se llevó a cabo bajo una carpa que se extendía partiendo del área de la piscina. Por último, el rincón para la fiesta daba la sensación de estar entre árboles. Estaba al lado de una casa abandonada y decorado con bolas de discoteca y una barra para crear un ambiente divertido”, señala.
Jacqui y Rodrigo quisieron crear un clima acogedor dentro de la carpa en la que se sirvió la cena, por lo que escogieron una fórmula que ellos consideraban atemporal y elegante: manteles blancos de lino, elementos de vidrio, velas caseras naranjas (de una tienda de Oporto), candelabros y jarrones. Las flores con aspecto artístico, romántico y arquitectónico fueron un trabajo de Manuela, de Gang & the Wool. Las más destacadas fueron sus esculturas florales. “El ambiente se creó con arreglos románticos y orgánicos, complementados con algunas flores esculturales. Manuela me sorprendió con el toque dulce de los lazos rosados en una escultura floral. ¡Las flores fueron realmente un sueño!”.
Un vestido de novia con escote halter, cintura a la vasca y sello español
Para una boda con detalles poco convencionales, aunque muy especiales, era imprescindible un look de novia que huyera de lo común y corriente. Jacqui encontró en Castellar Granados la horma de su zapato, porque captó a la perfección su estilo y el tipo de celebración que tenía planteada. “Había visto su trabajo y me encantaba que cada una de sus novias era única y que trabajaba con telas preciosas. Cuando visité su estudio con dos amigas, supe que ella sería la encargada de crear mi vestido, y no busqué en otro lado”.
Para dar forma al diseño, la australiana propuso como inspiración el diseño con cintura a la vasca que Diana de Gales llevó en julio de 1988, para acudir a un ballet, en el teatro London Coliseum. Esto se tradujo en una pieza con cuerpo de satén de seda, con escote halter y espalda baja y una falda de organza de seda, a lo que se sumó una capa semitransparente. “Siempre quise un vestido atemporal y nostálgico, pero con un toque moderno y Castellar superó mis expectativas”, confiesa Jacqui. El estilismo se completó con unas cuidadas joyas: el anillo de compromiso con esmeraldas y diamantes de Azlee, que su entonces futuro marido había elegido en Los Ángeles; sus pendientes de diamantes y perlas y su alianza hecha a medida, todo de Elements 75’80 y una pulsera de oro que le prestó su madre. El mejor broche final para completar un look (y una historia) difícil de olvidar.
- Tristeza postboda: cómo hacer frente al sentimiento de vacío que aparece tras la celebración
- La boda en Madrid de María y Javier: un enlace con el invierno como protagonista
- La boda en Florencia de Carolina y Eugenio: un amor a la italiana y dos vestidos de ensueño
- La boda en Córdoba de Pilar y Rafael: un vestido de Laura Ponte, flores de colores y un accesorio hecho por la propia novia
- La boda en México de Ben y Fabricio: un enlace inspirado en un jardín mágico repleto de colores vivos