La boda en Treviso de Delie y Konstantin: dos vestidos, de Romancera y Jacquemus y una ceremonia tailandesa
Su enlace de verano tuvo lugar en Asolo, una localidad italiana conocida como la ciudad los cien horizontes y estuvo marcada por las elecciones sostenibles
Una boda en Treviso, en la localidad italiana de Asolo
Poca duda cabe de que de la fusión de culturas, de la mezcla de firmas internacionales y de la unión de proveedores de diferentes países surgen celebraciones con personalidad que resultan emotivas temporada tras temporada. Una fórmula presente en la boda en Treviso (Italia) de Delie y Konstantin, que desprende una ternura especial. La pareja, que se casó el pasado mes de agosto, escogió la pequeña localidad de Asolo, la ciudad de los 100 horizontes, conocida por su prosecco, para festejar con su familia y amigos: “nos enamoramos de este pequeño pueblo pintoresco, sofisticado y encantador cuando realizamos un viaje a Italia hace cuatro años”. Y allí su enlace se dividió en tres actos: una cena a modo de aperitivo de bienvenida el viernes, en Caffe Centrale; una ceremonia, al día siguiente en los jardines de Villa Freya y un banquete nocturno (con fiesta posterior) en el patio del Convento Di Asolo.
El amor de Delie y Konstantin
La historia de Delie y Konstantin comenzó hace cuatro años, de forma improvisada. Los novios se conocieron en 2019 en una cena en casa de un amigo común. “Hacia el final de la noche tuve que tomar un tren y Konstantin era el único que tenía coche ese día, así que nuestro amigo en común le pidió amablemente que me dejara en la estación. Y él respondió tajantemente: “no”. Mi amigo rogó y rogó a Konstantin que me llevara y finalmente cedió, con la condición de que sus mejores amigos pudieran acompañarnos en el coche. Pensé claramente que no estaba interesado en mí, pero al día siguiente me sorprendió un mensaje de texto suyo que decía: “¿cena el próximo sábado? Conducción hasta la estación de tren incluida”, así que empezamos a salir y (¡gracias COVID!) estábamos juntos en cuarentena y fuimos inseparables desde entonces”, detalla Delie.
El compromiso llegó en un viaje a Roma, por sorpresa, mientras paseaban por el parque Borghese. Poco después se pusieron manos a la obra para organizar el enlace de sus sueños, que la novia supo cómo orientar, dado que cuenta con vínculos con la industria creativa (es diseñadora en su propia firma de ropa interior). Además, confiaron en el trabajo de la wedding planner Silvia Baldan, de Maison Mariage, para no dejar ningún cabo suelto en su gran día a la italiana. “Queríamos llegar y divertirnos, y no sentirnos estresados por la planificación del fin de semana de nuestra boda. Silvia hizo esto posible, estuvo disponible las 24 horas del día durante los meses previos a la boda y trabajó incansablemente para reunir a nuestros proveedores excepcionales”, apuntan.
Mezcla de culturas en la ceremonia y el banquete
El primer paso fue escoger la temática de la boda, que estuvo marcada por el ambiente romántico y el propio encanto de Asolo. Además, debían estar presentes las raíces tailandesas de la novia y el carácter sostenible en cada una de sus decisiones. Así, los protagonistas se decantaron por una ceremonia espiritual con tres monjes tailandeses, que bendijeron a los presentes y realizaron el ritual del vertido del agua: “fue realmente especial para nosotros que nuestros amigos del extranjero fueran testigos de mi cultura tailandesa”. A todo eso se sumó que, en sintonía con la alimentación de la zona, los novios contaron con un catering local y apostaron por un menú con productos de temporada y platos propios de la región del Véneto. Como era de esperar, sirvieron Prosecco y cócteles Bellini, propios de esta tierra. Además, eligieron una tarta nupcial nada discreta, con bizcocho, vainilla, crema de pistacho y chocolate con frutos rojos. Por último, hubo helados traídos de Europa del Este por el primo de Delie.
Decoración nupcial con velas
En materia de decoración, tanto Delie como Konstantin tenían claro que buscaban un efecto romántico en los rincones y sobre las mesas, por ello renunciaron a una gran cantidad de flores, en favor de poner las justas y sumar las velas. Estas son capaces de crear el ambiente íntimo que buscaban los novios para el patio de la cena. “El padre de Konstantin, que es ingeniero, planificó meticulosamente el diseño y la construcción de la estructura. La mañana de la boda, Konstantin, su padre y sus padrinos de boda montaron la estructura luminosa. Todo estaba un poco apretado y no estábamos seguros de si la idea realmente funcionaría. Cuando funcionó, quedamos impresionados con los resultados, parecía tan de ensueño y realmente creaba el clima perfecto para la noche, un sueño hecho realidad”, señala la novia.
Con el fin de seguir su filosofía sostenible, apostaron por reutilizar las flores de la ceremonia en el momento de la cena. Arreglos florales realizados por Particolarmente Flowers & Events que se distribuían con un efecto desordenado, pero muy alegre, a todo color.
Un look de novia de firma española y uno de preboda muy especial
Para crear los looks nupciales de su fin de semana más esperado, Delie se inspiró en la boda sostenible de Danielle Copperman, que descubrió en otras ediciones de Vogue. Tras escribirle y entablar conversaciones con ella, esta aceptó asesorarle con los estilismos de su gran día. Su primera elección, para la preboda en un restaurante local, fue un diseño rosa pálido de segunda mano de Jacquemus, con unos pendientes de perlas Sophie Bille Brahe y unos mules de Amelie Pichard.
La nota española llegó el viernes, día de la boda, con un vestido de Romancera que nació de una foto que Delie había guardado años atrás, subida por la firma a Pinterest. “Quiero mirar las fotos de mi boda dentro de 30, 40, 50 años y seguir sintiendo que fue atemporal. Trabajé estrechamente con Tamara, diseñadora de Romancera, para crear un vestido personalizado basado en esa foto. Abrimos la parte posterior creando un círculo y lo forramos con pequeñas perlas naturales (una idea que en realidad surgió de Danielle). La tela de seda del vestido procedía de un pequeño molino tradicional cerca del lago Como. El resultado fue un vestido muy romántico que lucía fresco y elegante”, confiesa. En lo relativo a su ‘algo azul’, las costureras bordaron a mano la fecha de la boda en el interior de la pieza. “Me alegré mucho de elegir a Tamara, no quería un vestido hecho con tejidos sintéticos y nuestros valores estaban completamente alineados, abogando por la slow fashion, los tejidos de calidad y apostando por la artesanía”, reconoce. La guinda del pastel la pusieron un velo de seda de la misma firma, unos zapatos de Bobbies Paris, un anillo de diamantes de su abuela y unos pendientes de perlas personalizados por Olivia Haas. No obstante, reconoce que el tercer diseño, una prenda en tonos dorados, de corte festivo y largo mini, que llevó en la fiesta hasta la madrugada, es posiblemente el estilismo al que más uso dará tras su gran día.
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