BODAS

5 bodas por el mundo para soñar con destinos paradisíacos 

Desde una playa de mar azul turquesa en México, hasta una granja al sur de Moscú, pasando por Hampshire. Estas son las historias de bodas que han dado vuelta al globo terráqueo.
Bodas por el mundo vestido de novia
Millie Pilkington

Las fotografías de bodas por el mundo nos ayudan a viajar a lugares y rincones que ni siquiera sabíamos que existían. Redes sociales como Pinterest o Instagram están plagadas de este tipo de imágenes que muestran enlaces en islas desiertas, celebraciones con el mar de fondo y eventos en palacios medievales. Puede que no todas las parejas puedan acceder a una celebración en el Algarve Portugués o una fiesta nupcial en el Caribe pero, sin duda, estas bodas por el mundo servirán de inspiración a todas las novias que sueñen con un evento cargado de romanticismo. 

La boda inglesa que se hizo viral

La boda de la inglesa Millie Allsop y el alemán Constantin Nagel fue un sueño hecho realidad en el condado inglés de Hampshire. La pareja se conoció en Nueva York, donde ambos residían por motivos laborales y, tiempo después, la pedida de mano tendría lugar en el escenario idílico de Ibiza, frente al islote de Es Vedrá.

El vestido de novia, un diseño de líneas clásicas firmado por Emilia Wicksted, tenía una espectacular lazada en la espalda que acaparaba todas las miradas de los invitados allí presentes, y no tardó en hacerse viral en redes sociales. “Era desmontable, por lo que pude quitármela para el baile”, cuenta Millie.

La organización de la boda estuvo en manos de Marble Private, quien ideó una gran carpa revestida como un jardín botánico, una pista de baile con una tarima de espejo reflectante dorado con dos barras semicirculares a cada lado, y un dosel de flores colgantes con bolas de discoteca. “El viernes, la noche previa a la boda, celebramos una fiesta tradicional con un bufet repleto de chucrut, salchicas, schnitzel y, por supesto, cerveza”, recuerda la novia, que lució para la ocasión un traje regional de Lodenfrey, la tienda de sus suegros, con base en Múnich.

La novia del vestido de Emilia Wickstead o cómo un gran lazo convirtió esta boda inglesa en viral
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Una boda (de ensueño) en el Algarve portugués: así fue el enlace de Arabella Maza y Stephen Maginn

Cuando dos culturas se unen, el resultado suele ser un enriquecedor e interesante mundo de contrastes. Así fue la boda de Arabella, venezolana, y Stephen, irlandés, en el Algarve portugués, lugar de origen del abuelo de la novia. La conexión familiar no fue el único motivo por el que contrajeron matrimonio ahí. “Queríamos algo que fuese entre nuestros dos mundos: el Reino Unido y Latinoamérica”. La pareja no buscaba nada ostentoso, ellos querían un ambiente que “se sintiera íntimo, simple, sin comprometer la belleza de los paisajes naturales. La mezcla perfecta entre playa, sol, paisajes hermosos y una ciudad tranquila”, cuenta Arabella. “Creo que lo mejor es escoger un sitio que se sienta auténtico a la pareja, no escoger algo por ser tendencia, sino algo que sea un reflejo de los dos”, añade.

Tras enamorarse en Londres, Stephen preparó una pedida sorpresa a Arabella. Con el pretexto de mostrarle un terreno para un proyecto, le acabó enseñando un gazebo diseñado y construido por él; ahí se dieron el sí quiero.

Los detalles de la organización de la boda fueron una expresión de su creatividad y personalidad. Desde la decoración hasta el catering, pasando por la música, que tuvo gran presencia en el evento: en el cóctel, los invitados disfrutaron del ritmo de bossa nova mezclado con garaje inglés; para la cena hubo una banda irlandesa llamada Teada y, durante la fiesta, un grupo de reggaeton y salsa.

El vestido de novia de estampado floral y románticos plisados de tul en la caída, como fondo de otro vestido blanco de mangas abullonadas, fue un diseño de ensueño obra de Castellar Granados. Arabella lo combinó con un tocado XL de flores. Todo el conjunto se convirtió en un auténtico y original estilismo nupcial.

Una boda (de ensueño) en el Algarve portugués: así fue el enlace de Arabella Maza y Stephen Maginn
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Una boda en la Riviera Maya, o cómo convertir tu enlace en unas vacaciones en el caribe

La propuesta de matrimonio es un momento inolvidable. En la mayoría de las ocaciones, el lugar elegido tiene un significado especial, tal es el caso de Kimberly Massabni, consultora de moda, y Viken Sarkissian, ingeniero y empresario tecnológico. La pareja vive en Nueva York pero decidieron celebrar su décimo aniversario en Tulum: un paradisiaco lugar de playas de arena blanca y agua turquesa, sitio que Viken eligió para pedirle a Kimberly que se casara con ella. “Fue una gran sorpresa, y luego tomamos la determinación de casarnos en el mismo lugar”, cuenta la novia. “Queríamos que nuestra familia y nuestros amigos vinieran al extranjero y descansaran totalmente, para que se sintieran como si estuvieran de vacaciones en vez de asistiendo a una boda”, añade. La organización y decoración corrió a cargo de Peter de Anda, quien convirtió un paraje natural en el escenario perfecto para el enlace, respetando el entorno selvático sin dejar de lado las influencias culturales del mismo. El vestido de novia también estuvo a la altura de la celebración: un diseño de Giambattista Valli en tono rosa empolvado.

Desde Rusia con amor: la boda ecuestre de Dasha y Dima en una granja al sur de Moscú

Cerca de la ciudad de Serpukhov, a 170 kilómetros de Moscú, se encuentra el Country Club Polayna, un club hípico con una superficie de 15 hectáreas en donde los animales corren en libertad. Dicho lugar se convirtió en el romántico escenario de la boda de Daria (Dasha) Volkova y Dmitrii (Dima) Muradov. La intensión era que los 75 invitados pasaran un día para que pudieran relajarse, desconectar y disfrutar de la comunicación real entre ellos. En el lugar no había disponibilidad móvil, ni internet, por lo que el objetivo se cumplió. La decoración no fue un problema para la pareja. “El sitio tenía todo lo que necesitábamos: sofás, sillas vintage, alfombras sobre la hierba, bombillas por todas partes…”, cuenta la novia. Puede que la boda haya sido la continuación del hilo conductor sobre la escena en la que Daria dijo “sí quiero”, pues Dmitrii le había dado el anillo de compromiso en un pequeño parque del centro de Moscú, donde apareció a lomos de un caballo blanco frente a sus amigos y familiares.

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Bailando en la calle: la boda de Elaine Welteroth en su apartamento de Brooklyn, seguida de una fiesta virtual

La historia nupcial de Elaine Welteroth –autora de éxito entre los bestsellers del New York Times, jurado de Project Runway y ex directora de Teen Vogue- con el músico Jonathan Singletary es una prueba de que ante el verdadero amor, no hay crisis que se interponga. Una boda que inicialmente sería celebrada en la Bahía de San Francisco, en una finca privada situada en lo alto de las ondulantes colinas de Monte Diablo, terminó sucediendo en la entrada de la casa de la pareja, en Brooklyn.

Ellos fueron unos de los tantos novios que han sido obligados a modificar los planes iniciales de un enlace que se vio interrumpido por la pandemia de la Covid-19. Tras considerar tener que anular la boda, la pareja se dio cuenta que su compromiso mutuo estaba por encima de todo lo que ya habían planeado. “Un día me levanté, me fui directa a la casa-estudio de John y le dije: ‘Me voy a casar contigo el 10-5-20. Va a tener que ser aquí en la entrada. Y seguramente en chándal. Pero, sea como sea, lo vamos a hacer, contra viento y marea”, cuenta Elaine. Fue así como inicio la gestión de un nuevo tipo de celebración: una boda virtual de cuarentena.  

La decoración central fue el altar de flores, obra de la floristería Lewis Miller Design, que adornaba las escaleras y enmarcaba la puerta principal de su hogar. “Era como una explosión exuberante de luz y color, son todas esas flores flanqueando la escalera”, recuerda. “Era mejor de lo que había soñado y reforzaba todo la parte visual”. El espacio ya tenía un significado muy especial para la pareja. “Para los neoyorquinos que no tienen azotea, ni jardín, ni una segunda vivienda a la que escaparse el fin de semana, la entrada ha sido su pedacito de mundo exterior, su rincón para airearse y tomar el sol”, explica Elaine. “Siempre que necesitamos despejar la cabeza un poco y salir de casa, nos sentamos juntos en la entrada  –y hasta bailamos-”

Para su boda, quisieron recrear ese sentimiento y extender esa misma alegría por el vecindario, pero de manera un poquito más ambiciosa. “Siempre, eso sí, siendo responsables y manteniendo la necesaria distancia social, queríamos hacer bailar a toda la manzana, pese a la desolación que nos rodea a todos”, expone Elaine.

Ante la adversidad y con ayuda de sus amigos, la ceremonia nupcial se convirtió en un conmovedor acto de alegría y esperanza celebrada con 200 invitados vía Zoom, pocos asistentes presenciales que mantuvieron distancia y vecinos que se asomaron con pancartas hechas por ellos o tocando cacerolas y sartenes. Todos se pusieron a bailar en la calle, al ritmo del playlist de la música que incluía las canciones representativas de su historia de amor.

Bailando en la calle: la boda de Elaine Welteroth en su apartamento de Brooklyn, seguida de una fiesta virtual
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