La boda en A Coruña de Ana y Fernando: una celebración en un pazo gallego del siglo XVII

La boda en A Coruña de Ana y Fernando

Ana y Fernando dejaron a un lado el clamor que provocan los eventos de verano, con sus cenas al aire libre y fiestas al amanecer, para apostar por el romanticismo de una boda de otoño en el norte. La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de Santiago, ubicada en el centro de A Coruña, que fue la misma en la que se casaron los abuelos y los padres del novio.

Para el banquete y celebración posterior escogieron el Pazo de San Tirso, una construcción del siglo XVII que, todavía a día de hoy, conserva la arquitectura gótica galleca. “Lo teníamos tan claro que fue el único pazo que fuimos a ver y, como queríamos casarnos en otoño, no tuvimos problemas de fechas. Lo que mejor de San Tirso es que todo transcurre dentro de la estructura del pazo; incluso el baile, en la zona del claustro”, concede Ana.

Una decoración en sintonía con el estilo gótico del pazo

La pareja quiso seguir la estética decante que caracteriza al pazo y conservar su imagen salvaje y bucólica pero, al mismo tiempo, aportar un toque de luz para conseguir cierta sensación de calidez y que el resultado no fuese muy frío. Para ello, contaron con Iria Casteleiro y su equipo. “No hicimos una decoración muy ostentosa porque no queríamos robar protagonismo al pazo. Las mesas constaban de una combinación de flores de temporada, semisilvestres e incluso raras. Era el concepto que queríamos dar, velas que aportasen calidad y frutas de temporada como el membrillo o la granada”, cuenta la pareja, que confiaron en Raquel y Gonzalo, de La Florería, para toda la ornamentación vegetal.

El toque diferencial lo pusieron las pieazas de cerámica de Sezé Studio, creadas por Celia Somoza. “Celia es una gran amiga mía y me hacía especial ilusión que participase de alguna manera en la boda. Hicimos una selección de piezas de su stock y también creó piezas específicamente para la boda como conchas que se semejaban a las del peregrino del Camino de Santiago. De hecho, los regalos de las testigos fueron platitos personalizados”, confirma.

Un vestido de novia de Alejandra Oria y zapatos de Loewe

“El vestido de novia lo diseñó Alejandra Oria. Fue una de las mayores ilusiones de la boda ya que Alejandra fue mi compañera de piso muchos años en Londres, somos muy amigas y me hacía mucha ilusión que fuese ella quien hiciese el vestido”, confiesa la novia. Ana asegura que su amistad con la diseñadora le permitió involucrarse al máximo en el proceso de creación del vestido; aunque, reconoce, tardaron muy poco en dar con el diseño perfecto.