La boda en Burgos de Paloma y Eduardo: un enlace de otoño en un monasterio del siglo XV
Su vestido de novia con capa era de Paredero Quirós y la decoración estuvo marcada por las frutas, flores y verduras propias de esta temporada
Una boda en Burgos con notas otoñales en un histórico monasterio
Castillos, palacios, haciendas, restaurantes, fincas y otros escenarios de ensueño parecen opciones apetecibles para celebrar. Las parejas que se van a casar eligen el escenario de su enlace con mimo y días de reflexión, pues para un día tan importante muchas buscan un espacio verdaderamente especial. En la boda en Burgos de Paloma y Eduardo, el enclave elegido fue el histórico Monasterio del Espino, una localización con iglesia y catering propios, que albergó su ‘sí, quiero’ el pasado 28 de octubre. El de estos novios fue un día otoñal, marcado por el viento, que llegó después de una larga relación, con periodo a distancia incluido, contra viento y marea (se conocieron en el verano de 2012 —la época de Tuenti y blackberry— y ahí comenzó todo).
Su cuenta atrás llegó con una petición de matrimonio en su destino favorito: la costa portuguesa, un lugar muy significativo para la pareja. “En agosto de 2022 nos fuimos de viaje a Madeira. Una de las mañanas salimos de ruta a la Ponta de Sao Lourenço. Yo estuve a punto de bajarme del plan y dejarle a él terminar la ruta, pero me insistió tanto que seguí. Al llegar a la cima me pidió matrimonio”, recuerda Paloma.
Decoración silvestre con verduras de temporada
Una vez dado el primer paso, la pareja confió la organización de su boda en Bodas Muy Mía. “Encontrar a Nerea fue lo mejor que nos podía pasar, congeniamos desde el minuto uno y todo lo que ella nos ha recomendado ha sido un acierto. Estamos felices”, reconoce sobre quien también se encargó de la decoración de los espacios. En conjunto, los novios buscaban un enlace de estilo elegante, delicado, silvestre y con frescura, por ello se decantaron por una gama cromática de temporada, otoñal: verdes oscuros, naranjas, marrones, mostazas o granates. “Teníamos claro que por la época del año queríamos usar algunas frutas como calabazas, granadas, piñas, uvas, moras o nueces”.
Los elementos que vistieron las mesas y los rincones eran de aire añejo: candelabros, jarrones pequeños y piezas y mobiliario antiguo. Además, el novio tuvo su propia participación en la papelería nupcial: “los meseros eran faros que dibujó Edu. Le encanta dibujar y tenemos algo con los faros, así que la temática estaba clara”. A todo ello sumaron flores que pusieron una nota de color empolvado, de Margarita me llaman. “Destacamos la decoración del pórtico de la iglesia y del seating plan; un sueño”.
Sencillez en un vestido de novia desmontable con capa
El mismo romanticismo y la misma sensibilidad que marcaron la propuesta decorativa, estuvieron presentes en el vestido de novia de Paloma, un diseño a medida con una gran capa desmontable. “Desde que entré en el atelier, Natalia supo perfectamente lo que yo necesitaba cuando yo todavía no sabía ni lo que quería. Ella me captó al instante. Estuve tan a gusto con ella que todas las semanas quería ir a probarme el vestido”, confiesa con una sonrisa.
El look lo completaron unos zapatos de terciopelo de Flordeasoka y un ramo de inspiración silvestre de Margarita me llaman que le regaló una amiga. A ello sumó unas joyas con notas clásicas: su anillo de pedida de Lemoyne, unos pendientes de su abuela (que en la fiesta cambió por otros de Chapó Atelier, regalo de sus amigas Sofía y Marta) y, tras la ceremonia, su alianza de la joyería La Giralda de Vitoria. Detalles que fueron parte de este día tan señalado, que recordará por siempre, pero que podrá reutilizar, con ilusión, en otras muchas ocasiones.
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