La boda en Sevilla de Aruca y Curro: un peinado con flores frescas y un vestido de novia de Victorio & Lucchino
La decoración con frutas de temporada, candelabros y verdes salvajes marcó este enlace organizado en solo cuatro meses
Una boda en Sevilla con detalles románticos y frutas de temporada
Justo después de una petición de matrimonio es posible toparse con dos tipos de novia: aquellas a las que todo les abruma, porque no saben por dónde empezar y aquellas que llevan meses, incluso años, imaginando cómo será su enlace. Aruca, una consultora y diseñadora de bolsos que celebró su boda en Sevilla con Curro, abogado de profesión, es de las segundas. “Soy amante del mundo nupcial y siempre había soñado con este día. Tenía claro que mi mejor wedding planner sería yo. Disfruté muchísimo con cada preparativo y con cada reunión con proveedores”, confiesa. La pareja pasó por el altar el pasado 10 de febrero, después de seis años de una relación que comenzó con un casual flechazo.
La pedida llegó el pasado mes de septiembre, en una iglesia con la que la familia de la novia tiene un vínculo especial, cuando el templo estaba casi vacío y en silencio. “Me emocioné sobre la marcha y nos fuimos a tomarnos unas copas de vino y a perdernos por las calles del centro de Sevilla para celebrarlo. Lo que no podía esperarme es que él ya tenía la fecha reservada con el catering y la hacienda y que ¡la boda sería en 4 meses!”, recuerda. Comenzó así un proceso contrarreloj que los novios, reconocen, supieron disfrutar a pesar de la prisa. ¿El truco? Fijar un proveedor como incondicional y con el resto dejarse llevar. Aunque podría sonar arriesgado, lo cierto es que a ellos esta fórmula les ha reportado buenos resultados, lo que se traduce en un día precioso. “Consejo a otras novias: disfrutad, de verdad, cada minuto de organización y preparación de la boda, ¡luego pasa todo volando como un sueño!”.
Decoración clásica, con verdes salvajes y mesas con claveles
Para la ceremonia religiosa, Aruca y Curro se decantaron por la sevillana Iglesia del Buen Suceso, ubicada en el corazón de la ciudad, aunque desconocida para muchos. “Es un pequeño joyero de Sevilla. Es pequeña e íntima, es justo lo que buscábamos Curro y yo. Tiene unas cúpulas que no suelen apreciarse a primera vista a no ser que enciendan todas las luces de la Iglesia”, explica la novia sobre el templo que decoraron con ayuda de Ángeles Bauzano, de The Flowers Workshop. Más tarde, la celebración tuvo lugar en la Hacienda Saltillo – Lasso, con el catering Santa Teresa, una empresa que los novios conocen desde hace años: “apostamos por un aperitivo donde había muchísima variedad y, como plato principal, un arroz de carabineros. Pusimos como vinos principales los de Bodega Salado, de Umbrete. Fue un acierto”.
En lo que a temática de la boda se refiere, las frutas de temporada fueron la estrella y ello se tradujo en una paleta de colores en la que el blanco, el tono fresón, el bermellón y el verde se daban la mano. “Me apasiona el color de las granadas, especialmente, y el de las uvas oscuras de invierno”, apunta Aruca. Con la ayuda de Mirka Eventos, dieron forma a los diferentes espacios. En el aperitivo, una decoración con cítricos y olivo y en el banquete, toques clásicos: mantelería blanca, candelabros con velas rojas, centros de verdes salvajes combinados con frutas y estructuras con verdes que caían del techo.
Aires campestres y movimiento en el vestido de novia
Cuando llegó el momento de ponerse en manos del atelier que confeccionaría su look nupcial, Aruca tuvo claro dónde acudir: al taller de unos creadores sevillanos de reconocido prestigio. En Victorio y Lucchino encontró la horma de su zapato y en la organza de seda (que ellos trajeron de Londres), el mejor tejido para un vestido de novia con movimiento y de corte romántico. “Ellos tienen acceso a unas telas espectaculares, una costura pulcra e impoluta y un trato excelente. Los recomendaré siempre”. En su diseño podían intuirse ciertos toques medievales que son tendencia este año en moda nupcial.
Unas sandalias en tonos dorados, de Ganzitos y unas joyas de la familia de Curro fueron los complementos elegidos para completar su estilismo. No obstante, el verdadero protagonismo en su look lo tuvieron las flores, porque la sevillana llevó un ramo y un tocado de delphinium, en blanco y en verde, realizados por Mati Romero, de Pétalo. Una propuesta desenfadada y muy silvestre, que acompañó con un semirrecogido (uno de los peinados más deseados del 2024) y el maquillaje natural de Manuel Cecilio. La nota más tradicional la puso el velo. Con todo esto y su alegría comenzó un día que hoy guarda, con cariño, en su corazón.
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